Lo dice hoy el periodista Francisco Márquez en "La Voz". El que está primero de la terna enviada a Roma para sucesor de Antonio Ceballos, es Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid y Secretario de la Conferencia Episcopal española.
Esperemos que sus responsabilidades en Madrid le impidan poder ser obispo de Cádiz y Ceuta porque no me parece que nos merezcamos un obispo con ese perfil, tan tradicional, tan alejado de los problemas sociales del pueblo y de corte tan conservador.
La verdad que después de haber tenido aquí a Antonio Añoveros primero, después Antonio Dorado y ahora a Antonio Ceballos, no creo que nos merezcamos que venga aquí un obispo del perfil tan conservador y con tan poca sensibilidad social como Martínez Camino.
La diócesis de Cádiz y Ceuta tiene una problemática muy concreta: la provincia de más paro de España con cierres de empresas, una inmigración muy acentuada y con índices muy altos de exclusión social provocados por la falta de trabajo y el envejecimiento de su población. De eso en Cáritas saben mucho.
Como ya dije aquí en Diciembre de 2009 en mi artículo "No al nombramiento de obispos de modo autoritario sin la participación de la comunidad cristiana", no se deben nombrar los obispos sin que haya una participación activa de la comunidad diocesana. Allí hablábamos de cómo era el nombramiento de obispos en las primeras comunidades. Eran ellas quienes ponían y quitaban obispos.
También decía en otro artículo, en Octubre de 2010 titulado "La Diócesis de Cádiz y Ceuta, pendiente del nombramiento de un nuevo obispo", las características que debiera tener ese obispo de Cádiz: un obispo sencillo, sin afán de escalar puestos en la iglesia, de corte evangélico y con gran sensibilidad por los problemas sociales que en esta diócesis tenemos que son muchos.
Martínez Camino, es justo todo lo contrario del obispo que aquí se necesita.
De los otros dos que van en la lista en los puestos 2º y 3º, no tengo apenas referencia. Pero vuelvo a insistir: debería ser toda la iglesia diocesana la que participara para definir el perfil de obispo que aquí hace falta. No debe ser "cocinado" entre el nuncio, el presidente de la conferencia episcopal y el papa. No puede venir dejado en caer en paracaidas.
Cruzaremos los dedos y esperemos que no ocurra lo peor.