El presidente del
Gobierno ha puesto en marcha hace unos días una nueva oleada de recortes
sociales y una subida de impuestos que afectan de modo muy especial a las
clases más desfavorecidas, sectores populares y clases medias. Funcionarios,
parados, pensionistas, inmigrantes, jóvenes…son colectivos hoy especialmente perjudicados.
La sociedad entera está indignada viendo cómo se encuentran
miles de millones de euros para las entidades bancarias y cómo se favorece a
los empresarios, mientras la gran mayoría de la población española sigue cada
vez más agobiada por los recortes. Son ajustes que no llegan por vez primera,
sino que ya se vienen soportando desde hace tiempo . Y los ajustes , son de tal
envergadura, que nunca jamás lo hemos visto en toda la historia de la democracia española.
Ajustes que
provocaron de inmediato
movilizaciones espontáneas de miles de personas en España y más tarde la convocatoria de una gran movilización el
pasado día 19 de Julio en 80 ciudades de España , convocada por las centrales
sindicales y apoyada por innumerables colectivos ciudadanos. Se anuncian nuevas
movilizaciones para los próximos meses y no se descarta una huelga general.
Ante este sufrimiento de la población, creo que los
máximos responsables de la Iglesia
española, los obispos, deberían tomar la
iniciativa y actuar de modo profético denunciando a los culpables de esta
situación que no son otros que las instituciones financieras que provocaron la
crisis y la clase política que no ha sabido ni sabe gestionarla de modo
adecuado.
Deben ponerse del lado de los que sufren la crisis, no de
los que la provocan.
Por otro lado, me parece que es hora de que la Iglesia
española actúe, ya que el gobierno no le ha recortado ni un solo euro, y
se adelante con un paquete de medidas
que venga a aliviar en algo el
sufrimiento del pueblo. De ese modo contribuiría también a mejorar su actual
imagen de entidad privilegiada e intocable por los poderes del Estado. Sabemos
que en Italia la Iglesia tiene que pagar el IBI o en Grecia a los sacerdotes el
Estado les rebaja su sueldo en un 50%.
Creemos además, que sería dar ejemplo evangélico del talante
sanador y curativo de las dolencias y los sufrimientos de la gente que Jesús procuraba a cuantos sufrían dolores,
enfermedades y miserias. Esta actitud de aliviar el sufrimiento de la gente,
que la Iglesia siempre ha tenido, se hace hoy más urgente que nunca dada la
dimensión social de la crisis que estamos soportando.
Los obispos se podrían plantear impulsar diversas medidas
para contribuir a aliviar tanto sufrimiento de los que menos posibilidades
tienen: desde pagar el IBI de todas sus posesiones que no están destinadas al
culto, hasta remunerar ella misma y no el Estado, a los profesores de religión,
y ese dinero que el Estado se ahorraría, se podría dedicar a reducir los
recortes.
También la Iglesia podría donar algunas de sus muchas
posesiones para dedicarlas a asuntos sociales: personas sin techo, comedores
sociales etc…Sobre todo, sería lo más
deseable, que decidiera de una vez y por todas autofinanciarse, como está
establecido en los actuales Acuerdos Iglesia-Estado, con lo que el Estado
dejaría de aportar esas cantidades a la Iglesia y ese dinero serviría para reducir
la avalancha de recortes puestos en marcha.
También los obispos podrían fomentar iniciativas que ayudaran
a aumentar las aportaciones de la Iglesia a Caritas que, aunque presta un
indudable servicio de ayuda a los más necesitados, hoy se ve desbordada en todos los sitios por
la amplitud y la duración de la crisis
que afecta ya a centenares de miles de familias. En este sentido me parece muy
positiva la aportación de algún obispo y sacerdotes de renunciar también ellos
a su paga extraordinaria de Navidad para destinarla a los más necesitados. Este tipo de gestos concretos, son los que hacen falta.
Y es que las necesidades aumentan cada vez más. Ya son más
de 1700000 hogares con todos los miembros en paro. Más de 400000 desahucios desde
que comenzó la crisis. Los servicios sociales están desbordados. El paro
aumenta hasta llegar ya a una cifra cercana a los 5700000 personas. Hay que
hacer algo.
La Iglesia puede hacer mucho más de lo que está haciendo,
sobre todo por parte de sus obispos , ya que Iglesia somos todos y sabemos que
son muchísimos los cristianos que de modo personal y colectivamente, están
aportando lo mejor de ellos mismos comprometiéndose con los más desfavorecidos
y luchando contra la injusticia.
Este tipo de gestos que he comentado sería muy bien visto
por la sociedad española y, sobre todo, iría en la línea de lo que debe ser el
seguimiento de Jesús que siempre estuvo
muy cercano al sufrimiento de los suyos para aliviarlos y curarlos.
29 de Julio de 2012