Recibo de los compañeros de A.O y C.G.T del Hospital Puerta del Mar el siguiente comunicado de prensa con el ruego de su difusión. Aquí os lo dejo y juzgad vosotros mismos....
Saludos cordiales: Juan
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COMUNICADO
Se trata, sin duda, del servicio con las condiciones de trabajo más duras e insalubres de todo el hospital. Su plantilla, compuesta en conjunto por poco más de 60 personas (la gran mayoría mujeres), tiene que trabajar a diario soportando intensos ritmos de trabajo, manejando de pie durante todo el tiempo maquinarias, algunas de ellas, altamente peligrosas, con una insoportable temperatura ambiente que deja en pañales la que estos días sufrimos todos los ciudadanos/as, realizando tareas de esfuerzo que han convertido en habituales las lesiones en hombros y brazos entre sus trabajadoras, etc.; además, en la parte denominada del “sucio” (donde llega directamente la ropa de los hospitales para ser segregada por tipos de prendas antes de pasar a las lavadoras) a todas las condiciones anteriormente citadas hay que sumarle la insalubridad, los graves riesgos de contagios y, para colmo, los constantes atascos en altura de las sacas de ropa sucia que hay que empujando desde el suelo con una gran pértiga, como tantas veces se ha denunciado ya públicamente por todos los sindicatos sin que el problema acabe nunca de resolverse.
Sin embargo, aún resultando duro y penoso todo lo descrito, lo que realmente hace más insoportable el trabajo en nuestra lavandería no son esas condiciones extremas del trabajo físico, sino todo el pernicioso medio ambiente laboral generado por el estilo autoritario y déspota de organizar y dirigir el servicio que los actuales responsables del hospital vienen implantando con mano de hierro desde hace, al menos, dos años.
Las prohibiciones constantes de hacer una u otra cosa, la presión continua sobre el personal para que trabaje más rápido y sin parar un segundo, la prepotencia al realizar las indicaciones de trabajo, los malos modos en las formas de responder a las peticiones, la difusión de chismes como formas de dividir y enfrentar entre ellos a la plantilla, etc., etc., etc. han terminado convirtiendo la lavandería de nuestro hospital en un espacio de trabajo tóxico, al que nadie acude ya con tranquilidad y la esperanza de echar un día aceptable, sino con la desazón y el miedo a los problemas que pueda deparar cada jornada.
Para colmo, y a fin de garantizar la disciplina y que ese clima férreo de trabajo no generase un levantamiento en masa de toda la plantilla, la dirección de servicios generales del hospital ha venido desplegando durante el último año una repugnante política disciplinaria destinada a perseguir e intentar castigar a quienes criticaban y se enfrentaban a esa inhumana forma de organizar el servicio.
Así, por ejemplo, a mediados del pasado año se promovió desde la dirección (y con la aprobación del Gerente del hospital, Sebastián Quintero) un vergonzoso procedimiento disciplinario contra 6 trabajadoras del servicio que, al final, no ha logrado acreditar las presuntas faltas imputadas y que le ha supuesto a estas compañeras tener que vivir todo un calvario de temores, incertidumbre y rabia por unas acusaciones, a nuestro juicio, claramente favorecidas desde la dirección para imponer el miedo y el sometimiento absoluto a su política de presión creciente sobre las trabajadoras.
Además, y en paralelo a esa política disciplinaria que, de algún modo, podríamos calificar de oficial (por su amparo teórico en la normativa estatutaria), la dirección del hospital ha propiciado y ejecutado toda una serie de medidas aparentemente organizativas, pero que encubrían, en el fondo, verdaderas decisiones sancionatorias contra las personas a las que se les aplicaban; en esa línea, se han llevado a cabo cambios de turnos para separar, dividir y castigar al personal crítico, se han retirado adscripciones provisionales y devuelto a las trabajadoras críticas a sus centros de origen, etc.
El caso, sin lugar a dudas más grave y reciente de esta especie de “guerra sucia” contra quienes no acatan a rajatabla las directrices de las responsables del servicio y de la dirección del hospital lo ha sufrido una familia de Trebujena, cuyos tres miembros (padre, madre e hija) trabajan en la lavandería desde hace años y disponían de un mismo turno de trabajo que les permitía ir y venir juntos de su localidad de origen para ahorrar gastos y facilitar así los desplazamientos, ya que sólo uno de ellos dispone de permiso para conducir; pues bien, como consecuencia de las manifiestas discrepancias que el padre y la madre mantenían con las responsables de la unidad sobre las instrucciones organizativas que se impartían, a la dirección de nuestro hospital (que tanto le gusta dárselas de “humanizadora” ante la galería) no se le ocurrió otra opción que la de cambiar de turno de trabajo a la madre, para así separarla de su marido y lograr, por esa vía de sanción encubierta, doblegar su resistencia; de ese modo, a nuestro juicio, tan ruin se dividió por completo a una familia, se le dificultó de modo notable los desplazamientos diarios desde Trebujena y se le redujo en gran medida el tiempo del que disponían para estar juntos fuera del trabajo... ¡mayor inhumanidad gestora resulta difícil de imaginar!
Como respuesta a esa barbaridad, todo el personal del servicio, absolutamente todo el personal del servicio (a excepción, claro está, de sus responsables) firmó y remitió a mediados de mayo a la Dirección Económico Administrativa y de Servicios Generales del hospital (Álvaro Ramírez) un pliego de firmas en el que se decía: “Mediante el presente escrito, todo el personal de Lavandería abajo firmante queremos trasladarle nuestra protesta por el injusto cambio de turno de trabajo que se le ha impuesto a nuestra compañera, ..., y que tanto daño le está causando a ella y a toda su familia.
Por tal motivo, le rogamos se proceda a anular dicha decisión y a retornar a... al mismo turno en el que se encuentran su esposo y su hija, a fin de poder conciliar así su vida familiar y laboral”. Pero, por desgracia, nada de lo anterior conmovió en lo más mínimo a una dirección que ya ha demostrado hasta la saciedad su más absoluta falta de sensibilidad y corazón con las trabajadora/es que no le aplauden sus decisiones.
A raíz de todo ello, la trabajadora tuvo que acogerse a una baja médica afectada por la importante crisis ansioso-depresiva que le causó lo injusto y absurdo de la decisión tomada por la dirección. En esas condiciones ha tenido que vivir esta familia de Trebujena tres meses completos, hasta que hace pocos días, vencidos por el agotamiento y desesperados por la falta de soluciones a su situación, no han tenido más salida que la de acudir a Daniel Manzorro (Subdirector de Servicios Generales y firmante último de la separación familiar) y garantizarle, de algún modo, que no volverán a cuestionar las directrices que le impongan las responsables del servicio; sólo entonces, la trabajadora castigada ha obtenido la promesa de que en septiembre (tras sus vacaciones de agosto) será devuelta a su turno de trabajo habitual, junto a su marido y su hija.
Como se ve, una cruel estrategia de estrangulamiento encubierto que no sólo castiga a los discrepantes con sanciones no amparadas en norma alguna, sino que además impone, de forma inhumana, casi la humillación y la promesa de “no recaer” como única forma de obtener la restitución de los derechos robados.
En abril del pasado año, la dirección del hospital convocó a todos los sindicatos para exponerles sus planes más inmediatos para la lavandería del hospital. Como era de esperar, ni una sola referencia se escuchó a la urgente renovación de la anquilosada maquinaria del servicio, ni al incremento de plantilla, ni, por supuesto, a la construcción de una lavandería nueva (que es lo que realmente necesita de una vez nuestro hospital).
Pero sí se comunicaron, en cambio, toda una serie de medidas encaminadas de forma muy clara a una única finalidad: incrementar los niveles de rendimientos del personal, mediante el aumento de los ritmos de trabajo, los cambios de horarios, la asignación de puestos a capricho de las responsables del servicio, la reducción de los periodos de descanso y, como medida estrella, la instalación en toda la lavandería de un sistema de circuito cerrado de cámaras de TV; el argumento aducido para esta última medida fue el de garantizar la seguridad de la lavandería, pero el objetivo real no es otro que el de acabar convirtiendo definitivamente el servicio en un “gran hermano” donde el ojo vigilante de la dirección pueda controlar segundo a segundo los movimientos y actuaciones de todas sus trabajadoras/es.
Otro paso más, como se ve, que viene a ratificar de modo irrefutable que lo que tiene nuestro hospital en Zona Franca NO ES UNA LAVANDERÍA, SINO UN ENORME PRESIDIO, al que sólo le faltan las torretas y concertinas.
Ante la grave situación que se viene sufriendo en el Servicio de Lavandería de nuestro centro, desde las Secciones Sindicales de Autonomía Obrera y CGT exigimos lo que sigue:
El cese inmediato del Director y el Subdirector de servicios Generales de nuestro hospital.
El cese también de la responsable del servicio de Lavandería.
La erradicación inmediata de la política de persecución y sanciones contra las trabajadoras/es.
El incremento urgente de la plantilla de Lavandería.
La sustitución inmediata de las máquinas más antiguas y deterioradas.
Y la construcción, de una vez por todas, de una lavandería completamente nueva, con mayor capacidad, dotada de más plantilla, de carácter público y gestionada, como la actual, directamente por el hospital.
Cádiz, a veinticinco de julio de dos mil veintidós.
SECCIONES SINDICALES DE AUTONOMIA OBRERA Y CGT DEL HOSPITAL PUERTA DEL MAR (CÁDIZ)