Foto de M. Carmen Puyana |
Foto de M. Carmen Puyana |
Un buen grupo de gaditanos y gaditanas nos encontramos ayer en el Cementerio de S. José de Cádiz para realizar la ofrenda floral a Fermín Salvochea, que desde hace ya muchos años, se viene haciendo con motivo de su aniversario. Este año se cumple el 117 aniversario.
Nos convocaba como siempre la Asociación de Amigos, as de Fermín Salvochea.
Los responsables de CEMABASA, como siempre, donaron una hermosa corona de flores que fue colocada por varios de nosotros y nosotros aportamos un ramo de flores rojas.
Tomó la palabra Sebastián Terrada en nombre del colectivo convocante resaltando la figura y los valores de Fermín en este su 117 aniversario.
Dieron la palabra que cada cada uno pudiera hablar.
Yo intervine para decir que quería compartir allí la parte final de una charla que dí hace algo más de 4 años a un buen grupo de mujeres de Loreto en un acto organizado por una entidad cultural.
Mis palabras fueron éstas:
MI VALORACIÓN SOBRE SU VIDA
Para mí, Fermín Salvochea es un personaje verdaderamente
impresionante.
Me admira de él su profunda honestidad y coherencia entre sus
ideas y su vida.
Un hombre que lleva a la práctica aquello en lo que cree. Es un
hombre con convicciones profundas y también de acción.
Son muchísimas las facetas a destacar en él:
En el terreno personal, su cariño a su madre a quien
respetaba, a pesar de sus discrepancias con ella en el
terreno religioso.
Su ayuda material a cuantos estaban necesitados, ofreciendo
su dinero, su ropa, las mantas que pedía prestadas a los
comerciantes amigos y hasta su propia cama que dio a un
necesitado y a consecuencia de las lesiones provocadas al
caer de la mesa donde dormía, murió.
Visitaba a los revolucionarios presos en los castillos de Santa
Catalina y San Sebastián, antes de su embarque a Fernando
Poo o Filipinas.
Su sentido revolucionario con hechos, aceptando
responsabilidades políticas en su época republicana como
Alcalde y participando más tarde como presidente del
Cantón de Cádiz, enfrentándose a los militares. También
participando en las revueltas campesinas por las sierras de
Cádiz y Málaga contra los militares.
Destaca también su actitud de entrega con los penados con
los que compartió prisión durante más de 21 años. Se llevaba
siempre bien con todos los reclusos, ayudándolos y
animándolos. Ellos sentían una profunda admiración por
Salvochea.
Estudió medicina para poder ayudar a los reclusos,
les enseñó a leer y escribir para que pudieran comunicarse
con sus familias y repartía con los que menos medios tenían
el dinero que le enviaba su madre.
Me llama la atención su coherencia radical (no entendida por
casi nadie) al rechazar los indultos que se le concedían por
no considerarlos justos y preferir permanecer en prisión o
también rechazando huir tras los sucesos de 1873 para
evitar poder ser fusilado.
Su austeridad de vida en la ropa que vestía, en la comida
frugal que tomaba, en los baños diarios durante todos los
meses del año…
Me llama la atención su capacidad, a pesar de su origen
burgués, para conectar con las aspiraciones obreras,
especialmente en su última etapa como anarquista,
ya desengañado de la política. Así movilizará a las masas
obreras en las movilizaciones de 1890 y 1891 del 1º de mayo.
Su dignidad y temple contestando a jueces y gobernadores
que le interrogaban y acusaban
Su faceta como escritor, traductor y redactor en “El
Socialismo” y otras revistas
Salvochea era una persona admirada por todos, hasta por
sus propios adversarios políticos.
Me llama l atención en su biografía que a diario tomara café
con un cura ( él que era ateo y anticlerical) También sabía
acompañar a su madre a misa y luego la recogía. Sabía ser
respetuoso con las creencias de su madre aunque no las
compartiera.
Por último y respetando a quienes puedan leer esto que no lo
compartan, yo, como creyente, debo decir que para mí
Fermín Salvochea es, sin él saberlo ni quererlo, un gran
imitador, al modo laico y ateo, de Jesús de Nazareth, por su
compromiso con los más débiles y abandonados de la
sociedad, por su empeño en buscar la justicia, la igualdad
entre los seres humanos, la libertad, la fraternidad. No me
extraña que Lerroux le llamara “El Cristo anarquista” o
alguien dijera que era un “santo laico”.
Por eso los ideales de Fermín Salvochea son los ideales de
muchos cristianos de base de hoy que intentan seguir el
camino de Jesús de Nazareth llevando una vida
comprometida con los sectores populares para buscar-
junto a muchas otras personas y colectivos- otro mundo
posible, otra iglesia más de acuerdo con el evangelio.
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