jueves, 15 de agosto de 2024

MIS VIVENCIAS CON ANTONIO TROYA. Juan Cejudo

Kedada en Roche con Antonio y amigos


Como todos ya saben, Antonio Troya, cura con 96 años, ha fallecido el 13 de agosto en Puerto Real.

Son muy numerosas las muestras de cariño y reconocimiento que está recibiendo por parte de cuantos le conocieron y trataron en las distintas parroquias en las que estuvo, porque era una persona muy reconocida por su integridad, su profunda espiritualidad y su compromiso con los sectores más deprimidos de nuestra sociedad.

Yo quiero hoy aquí dejar constancia de mis vivencias con él.



Troya ha sido para mí y para muchos un verdadero referente de auténtico creyente. Fue mi profesor de Matemáticas durante varios años. Porque Antonio era un matemático neto. Recuerdo cómo, cuando tenía dificultad para solucionar un problema, le daba vueltas y vueltas durante horas hasta que conseguía sacarlo. Mientras, no se quedaba tranquilo.

Tapeando en Cádiz con Miguel Guerrero


Un amigo común me contaba con gracia cómo, cuando estuvieron en Roma en la Pza. de San Pedro por primera vez y todos estaban extasiados viendo las columnatas de Bernini y el obelisco egipcio, Troya se había separado del grupo y lo encontraron sólo en medio de la plaza mirando el suelo y le preguntaron que qué hacía allí y les dijo que estaba buscando los focos de la elipse de la Plaza. Éso sólo se le ocurre a un buen matemático como Antonio.

Plaza de San Pedro


Antonio fue durante años mi director espiritual, porque en aquellos duros años de pleno franquismo (1954-1966) y unas estructuras eclesiales totalmente cerradas, él ya respiraba aires frescos y hablaba con algunos de nosotros, aunque los superiores tenían prohibido que los profesores hablaran con los alumnos. Él sí lo hacía porque veía el daño que nos estaban haciendo con una formación tan cerrada y estrecha. El ayudó a muchos de nosotros a salir de aquella cerrazón.

Seminario de Cádiz


Fue él quien me ayudó a entender la Biblia, sobre todo el A. Testamento, más difícil de comprender.

Cuando él estaba en la parroquia de Sta. Cruz en Cádiz y yo aún estaba estudiando y vivía en la calle Santiago,  iba a colaborar con él llevando, como monitor, un grupo de niños de boys scout que se llamaba "Los leones" y nos veíamos allí, en un salón de la parroquia y también hacíamos actividades al aire libre en la zona de la Laguna, aún sin edificar....

En Cádiz con Miguel Guerrero


Por eso cuando terminé mis estudios le pedí a Añoveros que quería ir con él a Tarifa, a pesar de que mi tío, párroco en San Roque, había hablado  con el obispo para que fuera allí destinado. Añoveros apoyó mis deseos y me envió con Troya a Tarifa. Estuve viviendo con él dos años en su casa donde su madre nos atendía muy bien. Por allí pasaron también varios compañeros a los que también acogía y atendía.

Soy testigo directo del talante verdaderamente cristiano de Antonio. Lo primero que hacía era levantarse temprano y ponerse en la iglesia a solas con la Biblia en la mano rezando.

Iglesia de San Mateo


Él cuidaba especialmente sus homilías dominicales que escribía y luego las leía con sentimiento y convicción en las misas del domingo. Creo que ya posteriormente se han recopilado y editado. Quiero decir que Antonio unía la oración con el compromiso social. Sus homilías eran seguidas con interés por los miembros de la brigada política social de aquellos años que iban  a misa a escucharlas. Antonio se enfrentaba a los caciques del pueblo, que lo criticaron, pues les hacía ver que no se puede ser buen cristiano y darse golpes de pecho y luego tener explotados a sus trabajadores.

Me consta que este compromiso social, que deriva de una  sana lectura del evangelio, lo tuvo en todas las parroquias que luego estuvo: Puerto Real, Barbate, Medina....Porque Antonio era un verdadero seguidor de Jesús.




Antonio en Tarifa le preocupaba no sólo la gente del pueblo, también los de los núcleos rurales dispersos a los que yo atendía en moto de su parte, pues él intentó varias veces sacarse el carnet y no lo consiguió. Recuerdo cuando tuvimos contacto con hombres del núcleo rural  de Puertollano, muy distanciado del pueblo, que nos exponían sus problemas sociales y los animamos a que hablaran con el alcalde. Consiguieron tener una entrevista con él y Antonio después me contó cómo el alcalde nos había echado la culpa a nosotros de que los hombres hubieran ido a quejarse  y exponerle sus problemas.

Kedada en Roche


Él tenía especial preocupación por la juventud con la que conectaba muy bien. En Tarifa organizamos una semana de la juventud, donde los jóvenes participaron de modo muy numeroso. Un grupo de música moderna, como se decía entonces, con su batería y guitarras eléctricas ensayaba en una habitación de la parroquia. 

Kedada en Roche. Antonio Troya con Miguel Guerrero y su hija


Este mismo Grupo tocó varias canciones en la misma Iglesia de San Mateo cerrando la campaña de la Juventud y también un buen grupo de jóvenes en su mayoría formaba el coro de la parroquia, que con sus instrumentos musicales, badurrias, guitarras, panderetas etc... actuaba en la Iglesia, especialmente en Navidad, cantando villancicos.

También impulsó la creación del Club de jóvenes de La Luz que ayudó mucho a la amistad y relación de la juventud de las zonas rurales.

Santuario de La Luz


Antonio vivía profundamente la liturgia de los tiempos: Adviento, Navidad, Cuaresma, Triduo Pascual, especialmente la Vigilia Pascual, donde él se trasformaba porque creía de verdad lo que estaba celebrando y lo vivía con intensidad y solemnidad. Y nos lo transmitía a todos. Yo he aprendido mucho de él, sin duda.



Soy testigo de la austeridad de vida de Antonio, quien por cierto, lo primero que hizo al llegar a la parroquia fue crear una junta económica de seglares, que era la que administraba las cuentas de la parroquia, sin él tocar un céntimo. A él la Junta Económica le daba su sueldo.

Era una persona que sufría porque era muy despistado y no recordaba a las personas ni cómo se llamaban. Iba por la calle profundamente metido en su interior, pues tenía una gran riqueza de vivencias interiores. A veces se despistaba y no saludaba y algunos pensaban que era raro y esquivo. 

Recuerdo cómo su madre un día me contó que se cruzó en la misma acera con él, le tocó en el hombro y ella le dijo: "Adios Padre Troya" y él le dijo "adios", sin darse cuenta que era su madre....hasta ahí el despiste y la gran concentración que Antonio siempre tenía cuando iba por la calle.

Kedada en Roche


Él sufría con eso porque él era tremendamente afectivo y cariñoso con todas las personas y era de los que escuchaba mucho a las personas más que él hablar.

Cuando ya la gente lo trataba más y lo conocía mejor comprobaban la gran persona que era y le cogían muchísimo aprecio. Antonio era sin duda un verdadero seguidor de Jesús de Nazaret y muy amante de la Iglesia porque, aunque reconocía los muchos fallos, errores y pecados de la Iglesia y cuestionaba muchas cosas de su funcionamiento, siempre decía que nosotros , él también claro, éramos creyentes gracias a la Iglesia que nos había dado a conocer a Jesús.

Kedada en Roche


Fue Troya quien me autorizó, estando con él,  allá en al año 1968 a poder trabajar unas horas en un taller de motos, el año antes de que yo al fin decidiera ser cura obrero. 

Ya después de ésto tuvimos menos contacto aunque nunca lo hemos perdido. Últimamente, hace unos años, hemos estado yendo los dos a unas kedadas que organizaban los compañeros del Seminario, que nos invitaban,  donde compartíamos el día juntos, a veces éramos muchos, otras veces éramos menos, pero siempre eran una bonitas convivencias donde había tiempo para compartir, cantar, tocar las guitarras y comer juntos. Yo lo recogía en la Residencia de Puerto Real y lo dejaba a la vuelta....

Otra faceta importante de Antonio es que, aún teniendo una fe grande, él siempre decía que creía en muy pocas cosas. Para él lo fundamental era el seguimiento de Jesús de Nazaret y los evangelios. En este sentido me recuerda también a Andrés Avelino, otro gran creyente.

No me cabe ninguna duda que Antonio estaba más que convencido que, al morir,  estaría ya gozando  de una nueva vida junto al Padre. Tenía por eso un concepto muy positivo de la Muerte. 


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