En el reciente viaje del Papa a Cracovia el papa ha dejado claro sus ya conocidas posiciones en defensa de la familia católica tradicional: no a las relaciones prematrimoniales. No al matrimonio homosexual etc...
En la cuna del anterior papa Juan Pablo II, Benedicto XVI vuelve a insistir en las posturas tradicionales de la Iglesia.
Esas posturas que centenares de teólogos en todo el mundo y muchísimos cristianos pensamos que deben ser revisadas para intentar acercarse al mundo de hoy, especialmente a los jóvenes que sistemáticamente, como indican todas las encuestas y estudios realizados, sienten a la Iglesia como extraña, como algo del pasado, que no le dice nada y de la que se sienten extraños. Una institución de otra época.
El papa sigue animando a los jóvenes a participar en la JMJ a celebrar en España dentro de unos meses, pero no dice nada sobre la impresionante movilización de centenares de miles de jóvenes en las plazas y calles de España y de otros países pidiendo más justicia y una democracia real donde ellos tengan un lugar para expresarse y participar y no se vean marginados y sin futuro. De eso, el papa no dice nada. Los obispos, tampoco.
Benedicto XVI puede seguir manteniendo las posiciones de siempre. Pero seguirá viendo cómo las iglesias se quedan vacías, las vocaciones siguen disminuyendo, sobre todo en el mundo occidental y la iglesia queda, cada vez más, distanciada de nuestra sociedad.
En definitiva, un viaje mediático, fugaz, pero que no servirá más que para acentuar el abismo que existe entre la Iglesia y nuestro mundo.
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